Nuevamente, los peruanos hemos sido testigos del desorden imperante al interior de uno de los sectores más importantes para el accionar de nuestra economía: el sistema financiero. Hoy el desconcierto se nutre de la confusión que se ha generado en torno a la posibilidad de que las entidades financieras puedan compensar o cobrarse un crédito a través de los depósitos que el mismo deudor mantiene. Esto debe aclararse con urgencia, más aun si estamos próximos a disponer de un marco legal que supuestamente coadyuve una mayor bancarización en las operaciones diarias de nuestra población.
Debemos entender, en principio, que el mecanismo de compensación o cobro de préstamos que emplean nuestras entidades financieras mediante el uso de los saldos disponibles en forma de depósito no es novedoso, se viene realizando por años y, es más, lo hacen comúnmente muchísimas entidades financieras en todo el mundo.
Más aun, la compensación de créditos mediante cuentas de depósito se hace, regularmente, con consentimiento y contrato firmado por los usuarios financieros. El contrato formal entre partes, al existir, constituye una obligación a respetar en cualquier circunstancia. Claro está, si estamos haciendo referencia a cuentas de depósito asociadas a remuneraciones de personas de escasos ingresos, la ley debe velar de manera indubitable a evitar excesos y las autoridades deben aclarar e interpretar las normas de inmediato y no propiciar la idea que para ello es necesaria la participación del Legislativo.
El público debe reconocer también que si no consiente la posibilidad de cobro de deudas a través de sus cuentas, la imagen que deja frente a la entidad financiera será mala acá o en cualquier parte del mundo, llevando que la decisión sea encarecerle el costo de crédito o, en todo caso, no concedérselo. Asimismo, el público debe quedar claro que por el hecho de minimizar los riesgos de recuperación de sus créditos, merece a cambio mejores condiciones de costo de crédito y plazo para pagarlo. ¿Cómo funcionaría esto? Muy fácil, que se publique la estadística de las condiciones a este tipo de créditos, la difusión y la competencia se encargarán que esto beneficie realmente al usuario. Solo falta decisión.
Lo peor que podemos hacer es dejar de entender que lo que recibe como préstamo un cliente está básicamente financiado con el dinero de los ahorristas y que la devolución de los créditos es el mejor mecanismo para disponer de una banca saludable, tal y como se le dejó la banca a la actual administración gubernamental. Lo peor que se puede hacer es romper la necesaria confianza que debe haber entre el prestatario y las entidades financieras. ¿Qué queremos los peruanos? ¿Acaso deseamos la inestabilidad, desconfianza, quiebra de entidades y caos en que estaba flotando parte de nuestra banca antes del 2002? No debemos tener memoria corta.
La opción de cobro de créditos mediante el uso de cuentas de depósitos debe existir siempre en cualquier sistema financiero maduro y las autoridades tienen la obligación de mantener claros los procedimientos y posibles límites existentes. De otro lado, los usuarios del sistema financiero no deben interpretar que su firma en compromisos puede invalidarse como resultado de confusiones sin aclaración dado que esto puede dañar a nuestras entidades financieras que han canalizado los últimos años créditos a los estratos sociales más necesitados.
La demagogia debemos dejarla de lado. Si deseamos bancarizar y desarrollar más a nuestra población: autoridades competentes, reglas claras, respeto al usuario del sistema y no satanizar la cultura de pago.
Diario Gestión (23.03.2010), Sección Opinión, Pág. 31
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