La primera semana de febrero, la prestigiosa revista The Economist publicó un artículo sobre la economía peruana, señalando que los principales retos de la “estrella de América Latina” son el exceso de confianza y la complacencia. Efectivamente, la historia económica mundial demuestra que “los buenos tiempos son malos para aprender”, pues se extiende la sensación de que todo está bien y que siempre será así; por lo tanto los agentes económicos disminuyen su tolerancia frente al riesgo, entre otras acciones. Sin embargo, una de las tareas de los economistas es “ver más allá de lo evidente”.
El artículo muestra que la economía peruana se encuentra en un círculo virtuoso de crecimiento, e indica dos señales: por un lado, la creciente inversión extranjera en minería, hidrocarburos y grandes proyectos de inversión pública y por otro, el boom de precios de materias primas, que ha llevado a la inversión privada a niveles muy altos. El resultado ha sido un crecimiento económico de 7% en promedio, en los últimos ocho años. Agregaríamos que el crecimiento no es un fin en sí mismo, sino un medio que, dependiendo de cómo se usen sus beneficios, mejorará o no la calidad de vida de la población. Nada garantiza que el crecimiento se convierta en desarrollo.
Sin embargo, han aparecido riesgos, que el artículo denomina “luces ámbar”. El primer problema está relacionado con la apreciación del sol, que generó un aumento en las importaciones de bienes de consumo final de 25% en 2012 y un déficit en cuenta corriente de 4% del PIB. Las exportaciones disminuyeron debido a esa razón y a la crisis financiera internacional. Si bien es cierto, una parte relevante del dinero que entra al país lo hace en la forma de inversión directa, también es verdad que otra parte, no menor, es capital de corto plazo, atraído por el diferencial de tasas de interés entre las economías avanzadas y el Perú. En simple, la tasa de interés en Perú es mayor que la tasa en las economías avanzadas, donde se encuentra en cero. Si a ello le agregamos la imagen de la economía peruana, no es de sorprender el ingreso de capitales de corto plazo.
El segundo problema es el boom crediticio e inmobiliario. El precio del metro cuadrado en Lima se ha duplicado (en soles constantes) 2007 y se ha triplicado en dólares. El crédito bancario ha crecido en 20% anual en los últimos cuatro años. El tercer problema es la calidad de la educación y el cuarto problema es la fragilidad política, debido en parte, a la ausencia de partidos políticos de alcance nacional.
Coincidimos en el análisis, pero es insuficiente; por ejemplo, el ingreso de dólares tiene como causa última, la enorme emisión de los Estados Unidos para reactivar su economía desde que estalló la crisis en 2008. El exceso de dólares sale de ese país y “chorrea” hacia el resto del mundo que acepta al dólar, a pesar que es la moneda de un país que está en crisis. Además, los problemas de la apreciación cambiaria y el boom crediticio están relacionados con el manejo de la política económica, mientras que la calidad de la educación está vinculada a la necesaria reforma del Estado y por ende es un tema de largo plazo. La ausencia de partidos políticos viene desde hace más de veinte años. Falta en el análisis el tema de la desigualdad y el acceso a servicios básicos de calidad (aparte de la educación, también son claves, la salud pública, el agua potable y la infraestructura rural); Perú tiene 27% de pobres, es decir, casi la tercera parte (uno de cada tres) de peruanos es pobre. Sin una base de capital humano sólido no es posible sostener el crecimiento económico futuro. Lo que pasa es que el crecimiento es una condición necesaria, pero no suficiente para lograr el desarrollo, medido como un aumento en la calidad de vida de los ciudadanos de un país. En síntesis, existen límites al crecimiento y al desarrollo económico, que están relacionados con reformas estructurales pendientes y no solo con un manejo económico del corto plazo.
Diario Gestión (22.02.2013)
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