Por más que la institución motive a sus trabajadores, si éstos no manifiestan los comportamientos de la eficacia individual, es casi imposible que su productividad aumente.
Se dice que cuando una empresa logra sus objetivos es eficaz, gracias a que sus integrantes muestran compromiso con la institución y se esfuerzan por realizar sus actividades de la mejor manera. Normalmente, una compañía con estas características se concentra en satisfacer las necesidades de sus empleados.
Pero, por más que la institución motive a sus trabajadores, si éstos no manifiestan los comportamientos de la eficacia individual, es casi imposible que su productividad aumente.
Pablo Maella, autor de La casa de la eficacia, presenta un modelo apoyado en un edificio imaginario, construido sobre la base de seis variables que llevarán a cualquier empleado a ser más efectivo tanto en el ámbito profesional como en el personal.
Dentro de estas seis variables, Maella asegura que la responsabilidad es el sustento del modelo, pues “difícilmente, un profesional que no se responsabilice de su eficacia individual va a conseguir resultados positivos a lo largo del tiempo”.
Cuando los resultados son negativos, se recomienda evitar el victimismo, ya que esto sólo “nos hace malgastar energías productivas y nos predispone a mostrar una actitud negativa”.
La segunda variable es la capacidad, que se entiende como todos aquellos conocimientos y habilidades que posee un individuo y que le permiten desempeñar su trabajo. Maella explica que “una manera de ser más eficaces laboralmente es desarrollando más y mejores capacidades necesarias para el puesto que tenemos que desempeñar”.
El siguiente factor es la automotivación, es decir, la actitud o disposición del profesional para esforzarse a la hora de realizar sus actividades. Por tanto, “aparte del saber hacer las cosas, es necesario también querer hacerlas”.
Si un individuo no quiere motivarse, es casi imposible que alguien logre hacerlo por él. “La verdadera motivación va de adentro hacia afuera y es fruto de un profundo compromiso con uno mismo para alcanzar las metas que se proponga”, asevera el autor.
La variable autogestión es la cuarta del modelo y está íntimamente ligada con las dos anteriores, pues además de ser básica para la eficacia, “nos da la posibilidad de realización como personas en el trabajo”. Por lo tanto, un profesional siempre busca empresas que le den la oportunidad de autogestionarse, es decir, “compañías que le permitan participar en la dirección y en la toma de decisiones”.
La autogestión, junto con la suerte (quinto factor), son elementos que no dependen del individuo. A pesar de que muchos escépticos aún se niegan a creer que esta variable existe, siempre habrá casos de gente con carencia de talento que ha logrado el éxito gracias a su tropiezo con ésta.
La última variable es la simplificación. El autor explica que al hacer las cosas se sugiere emplear menos recursos, porque además de ahorrarnos tiempo, energía y medios, no hay razón para complicarse.
Las empresas que deseen aumentar su productividad deben enfocarse en promover la eficacia de sus colaboradores y, a su vez, cada empleado debe ser capaz de conducirse hacia la eficacia individual.
Haga fácil su camino al éxito profesional. La casa de la eficacia es un modelo de eficacia basado en las siguientes variables:
Responsabilidad: Es el motor de la eficacia, impulsa a asumir los compromisos y deberes derivados del trabajo.
Capacidad: Implica tener los conocimientos y habilidades necesarios para realizar las tareas asignadas.
Automotivación: Significa estar dispuesto a dedicar el esfuerzo requerido para lograr resultados positivos.
Autogestión: Es disponer en la empresa de las condiciones adecuadas para poder hacer algo.
Suerte: Es un elemento que puede afectar el rendimiento individual tanto positivo como negativo.
Simplificación: Se trata de hacer las tareas de la manera más sencilla posible.
Diario Gestión (16/06/2014)
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