Steve Wozniak es, ante todo, un ingeniero, un creador. Un ingeniero, además, con muy poco tiempo libre, como él mismo reconoce en su autobiografía iWozz, pues dedica la mayor parte de su tiempo a discernir nuevas formas de programar, de hacer la tecnología útil para la sociedad.
Al cofundador de Apple le debemos la existencia de los ordenadores actuales. El Apple I marcó un antes y un después en la informática. Fue el primer equipo capaz de funcionar con teclado y pantalla –él mismo acuñó el término monitor–, y además por un precio notablemente inferior al de los ordenadores del momento. A lo largo de su biografía plasma su genuina forma de entender la innovación.
1. Que no exista no significa que no sea una buena idea
El socio de Wozniak, el fallecido Steve Jobs, solía decir que las personas no son capaces de saber que tienen una necesidad hasta que no descubren que existe un producto que la resolvería. Wozniak es más diplomático en sus palabras, pero reconoce que la innovación, la “verdadera inteligencia”, radica en “plantearse preguntas con escepticismo para llegar a la verdad, no asumir lo que te cuentan como si fuera cierto”. Y recuerda: “Ningún ordenador de la época tenía pantalla ni teclado. A nadie se le había ocurrido todavía”.
2. Imagina el futuro
Es evidente que Jobs y Wozniak tenían caracteres muy dispares, pero ambos eran visionarios. En su autobiografía, Wozniak asegura haber dado por hecho desde que era un adolescente que algún día todos tendríamos un ordenador personal. Confiesa, eso sí, que pensó que la informática tardaría más tiempo en llegar a tal punto. “Hablábamos mucho de que estábamos formando parte de una revolución; pensábamos cómo viviría la gente y cómo se comunicaría en el futuro (…), pero en aquel entonces no sabíamos lo descomunal que sería el cambio”.
3. Piensa en qué te gustaría tener a ti
En un mercado aún inexistente, el único estudio de la demanda posible es la intuición. Wozniak procedía de una familia de clase media. Como no disponía del suficiente dinero para comprar las piezas, diseñaba ordenadores sobre un papel. El Apple I fue, precisamente, resultado del esfuerzo por crear un equipo más simple y económico, que se ajustara a sus propias necesidades.
4. La creatividad no surge de la nada
Wozniak considera que la innovación consiste en buscar nuevas formas de hacer las cosas. Pero para ello hace falta algo más que la simple inspiración. “Fue como si mi vida entera hubiera sido una preparación para llegar a ese punto”, comenta sobre el Apple I, en referencia a sus muchos años de aprendizaje creando equipos como el Cream Soda o juegos como el Pong.
Una vez en Apple, “iba a trabajar a veces muy temprano, a las seis y media de la madrugada, y estando allí solo me dedicaba a leer revistas de ingeniería y hojas de datos, estudiaba las especificaciones y los diagramas de tiempo de los chips que me interesaban”, apunta.
5. Esfuérzate por convertirte en el mejor en tu campo
Aunque sin perder el optimismo, la ambición de Wozniak fue siempre crear el mejor producto existente, ser el mejor ingeniero en su campo. Este enfoque se toparía no pocas veces con la visión más marketiniana de una compañía con millones de accionistas.
6. Nunca pierdas la humildad
Wozniak no niega su aportación a la informática moderna, pero mantiene siempre una perspectiva humilde y no duda en reconocer la valía de quienes le rodean, incluyendo al propio Jobs, a algunos de sus primeros compañeros en Apple como Ron Wayne, o al que fuera presidente del grupo, Mike Scott.
7. Tus valores valen más que el dinero
Para ser estrictos, ésta es la primera lección que da Wozniak en su biografía, máxima que además repetirá a lo largo de toda su obra. Para Wozniak, las compañías deben ser “igual que una familia: una comunidad donde todos cuidan los unos de los otros. Nunca estuve de acuerdo con la idea de que el motor de una empresa sea la competitividad, y haya que echar primero a los más pobres, a los más jóvenes o a los últimos en ser contratados”, comenta.
Antes de que Apple saliera a Bolsa (y él se hiciera millonario), Wozniak vendió a un precio irrisorio parte de sus propias acciones a los empleados, convencido de la injusticia de que sólo unos pocos gozaran de tal privilegio.
8. Hagas lo que hagas, diviértete, sé feliz
Para el cofundador de Apple, igual que para Abraham Lincoln, la felicidad es una decisión personal. “Yo había decidido ser feliz y consideraba que dependía de mí, y nada más que de mí”, confiesa en su autobiografía. Y dice más adelante: “Creo que la felicidad es lo más importante en la vida y lo que importa es el humor. Yo soy ese tipo de persona, es lo que quiero ser”. Esta actitud la aplica al ámbito laboral, valorando la diversión por encima, incluso, de las ganancias económicas. “Era muy feliz de estar ahí; no era necesario que fuéramos una gran empresa, yo me estaba divirtiendo muchísimo”.
Diario Gestión (02/08/2014)
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