Sea cual sea su caso y las aspiraciones con las que comienza una nueva etapa, estas son siete de las situaciones más comunes que podría vivir y algunos consejos para encararlas:
1. Emprender un negocio propio. Poner en marcha una empresa está a la orden del día pero, aunque muchos consideren esta opción como la única para solucionar su situación laboral, no es tan sencillo como parece.
El principal factor que hay que tener en cuenta, según Sébastien Chartier y Candice Laporte, fundadores del Salón MiEmpresa, es contar con un equipo adecuado, con experiencia y ganas de sacar el proyecto adelante. A partir de ahí, lo esencial es “desarrollar un producto que encaje con la demanda y que tenga un amplio mercado. Y si se puede atacar la esfera internacional desde el principio, mejor”, añaden.
2. Abrir una franquicia. Ésta es otra forma de tomar las riendas de tu destino profesional. Requiere información y análisis de los sectores y posibilidades. En líneas generales debes aprovechar tu experiencia y elegir un sector que conozcas, informarte de las tendencias del mercado y, si es posible, hablar con otros franquiciados para conocer su experiencia.
3. Pedir un aumento o cambio de funciones. Para la abogada Montserrat Rodríguez, “desde el punto de vista legal, un trabajador tiene derecho a pedir un aumento si cobra lo mínimo establecido por convenio y se ha pactado una subida salarial convencional; y si en su vida laboral ha existido una movilidad funcional superior, es decir, si se ha producido una variación de tareas y responsabilidades”.
4. Comenzar un nuevo trabajo. Otro de los posibles escenarios es éste. Todos recordaremos lo difícil que es integrarse en un equipo ya establecido. Por eso, es recomendable poner en práctica las tres ‘H’: Humanismo, humildad y humor.
“Y todo con moderación porque no se trata de convertirse en el graciosillo de la clase, ni en un buenazo pero sí en presentarse con ganas de aprender más que de enseñar, de escuchar más que de hablar. Hay que evitar el alardeo”, dice Montse Ventosa, fundadora de Truthmark.
5. Tener un nuevo jefe. Si llegas de las vacaciones y te recibe en el despacho una cara distinta a la de costumbre no cometas el error de ir a manifestarle tus demandas o las promesas incumplidas por el jefe anterior.
No está de más informarte del nuevo responsable del equipo. “Saber más de tu nuevo jefe, dónde estuvo antes, qué se dice de él, qué hay en Internet sobre su perfil profesional, etcétera, te dará información útil que, bien utilizada, te ayudará a mostrar interés y a alinearte con tu superior cuanto antes”, recomienda Paco Muro, presidente de Otto Walter.
6. Ser el nuevo jefe. Si al que han elegido para el puesto de responsable es a ti, hay que planteárselo a tus antiguos compañeros con la mayor transparencia posible. Según Ventosa, “debes evitar imponer cambios drásticos y presentar la nueva etapa como un proceso de aprendizaje compartido”.
7. Sufrir una degradación. Volver de vacaciones y encontrarse con que tus funciones han experimentado un sustancial recorte no es plato de buen gusto. Montserrat Rodríguez distingue entre una movilidad funcional inferior o una modificación sustancial de las condiciones de trabajo.
En el primer caso, “tiene que estar justificada por razones técnicas u organizativas, y el salario no puede ser rebajado por esta causa. Al contrario, debe mantener el que venía percibiendo hasta entonces. Un cambio en las condiciones de trabajo tiene que ser notificado con días de antelación mediante un procedimiento específico”.
Diario Gestion (06/09/2013)
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