Para quienes buscan enfrentarse al reto de tener a personas a su cargo, lo primero que deberían tomar en cuenta es que la responsabilidad de que el equipo funcione correctamente recae en manos del superior.
Cuando el equipo no funciona adecuadamente, de acuerdo a las expectativas planteadas, el superior debe tomar consciencia de que depende de él, y no de los colaboradores, revertir la situación. Para que aquellos puedan alcanzar los objetivos fijados, el líder tiene la responsabilidad de trazar el camino a seguir.
De acuerdo a un artículo publicado por Forbes, el jefe (o quienes aspiran a serlo) tiene que ejercitar su capacidad para dirigir a sus empleados. Esa habilidad implica dar órdenes sin que los integrantes del equipo se sientan inferiores por el hecho de tener un puesto subordinado.
Es fundamental que la comunicación sea clara para que los colaboradores comprendan con facilidad todas las disposiciones. Una relación horizontal ayudará a fomentar, por supuesto, el debate de ideas que, sin lugar a dudas, favorece a los proyectos de la organización.
Paralelamente, la pasión es una actitud de la cual no es posible prescindir. Y es que un buen jefe deberá ponerle especial dedicación y esfuerzo al trabajo, a diferencia del resto. Ello puede significar pasar más horas en casa u oficina ultimando ciertos detalles. Por tanto, es clave disfrutar al máximo la labor.
La preparación es un aspecto sensible. Todo líder debe encontrarse debidamente preparado, a nivel académico, para ocupar el puesto. Él debe mostrar disposición para comprender el funcionamiento del mundo empresarial, y qué papel jugará la organización para la que labora dentro de ese todo.
Un buen superior también destaca porque se mantiene en alerta frente a los inconvenientes que puedan ocurrir o ante los obstáculos que puedan entorpecer el éxito de cualquier proyecto. Por tanto, siempre procura adelantarse a los problemas ejecutando una acción decisiva, en lugar de una reacción. En resumen, todos los sentidos del líder están puestos en el trabajo.
Otra de las actitudes indispensables en un jefe esta relacionada con el equilibrio. Es complicado mantener buen ánimo cuando se desatan una serie de conflictos familiares, sin embargo, es importante que la persona intente no contagiar a sus subordinados con emociones negativas.
Una posición flexible afecta de manera positiva a todo el equipo. Cuando el superior esta dispuesto a escuchar las propuestas o los diferentes puntos de vista de sus colaboradores, logra enriquecer cualquier idea. Tal vez los trabajadores presenten propuestas que el propio líder no había contemplado antes.
Por último, el jefe debe cuidar su lenguaje corporal. Y es que muchos gestos pueden prestarse a malentendidos e incluso perjudicar la relación con los demás empleados. Por tanto, hay que evitar ciertas posturas o ademanes.
Diario Gestión (28/10/2013)
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