Estar atento, no dejarse acorralar y minimizar el comportamiento del otro en la oficina puede ayudarte
Cuando Angela Negro regresó a la oficina después de vacaciones, nadie le dirigía la palabra. Literalmente, nadie.
Ni siquiera su asistente, a quien había contratado unas semanas antes de irse. “Volví a casa llorando. Mi jefe no me hablaba. Nadie quería conversar conmigo. Fue como si yo no estuviera ahí”, dijo Negro, quien se desempeñaba en una compañía de investigación en París.
Finamente, alguien se compadeció de su situación y le explicó que su jefe les había pedido a todos en la oficina que la ignoraran.
“Si nos ven hablándote, nos despiden”, le dijo una compañera de trabajo. La “ley del silencio” se mantuvo por seis meses hasta que renunció.
¿Qué pudo haber hecho Angela para manejar su relación de trabajo con un jefe agresivo y controlador?
Identifícalo
Expertos en manejo de relaciones dicen que irse de la oficina, como hizo Negro, es a menudo la mejor y única alternativa exitosa para terminar un trato hostil en el trabajo y en las relaciones personales.
Eso se debe en buena medida a que la persona propensa a ser controladora es poco probable que cambie.
Por eso, si decides quedarte porque necesitas el empleo o cualquier otra razón, necesitarás entender algunas cosas que te ayuden a manejar la situación.
La actitud controladora de una persona tiene varios orígenes. Puede ser que tenga miedo a perder su puesto o que esté ocultando sus propias inseguridades.
“Muchas veces al controlador le han dejado varias veces sin ascensos”, dice Jim Warner, autor del libro Una Oficina Libre de Dramas. “En consecuencia, su amargura empieza a salpicar a sus colegas y trata de manejarlos. El controlador se comportará como un perfeccionista”.
Por su parte, Lesley Stephenson, experta en manejo de ira, dice que aun cuando el comportamiento sea destructivo, la gente puede llegar a tener buenas intenciones.
“Hay que entender que la otra persona se preocupa mucho por el resultado de una tarea o a lo mejor no confía lo suficiente en el equipo como para delegar parte del proceso de ejecución de un trabajo”, explica Stephenson.
Cualquiera sea la razón de fondo, una actitud controladora puede hacer de la oficina un verdadero campo minado, dejando a las víctimas sin saber qué hacer.
A continuación te comentamos cómo tomar control de la situación para mantener tu salud mental.
Estrategia 1: estar atento y reaccionar
En opinión de Patricia Evans, autora del libro Gente Controladora, es crucial estar atento a la manera en que la persona controladora trata de meterse en tu cerebro y dictar tu realidad.
Por ejemplo, en el trabajo, puede llegar a decir “déjame hacer eso, sabemos que no eres buena con números”.
En ese caso, fíjate en el uso de la palabra “sabemos”. Alguien que utilice esa conjugación en una situación como esa, se está tomando la atribución de “conocer” lo que otras personas piensan de tus habilidades.
Otro ejemplo en que el individuo controlador dice saber las motivaciones internas de otra persona: “Yo sé por qué tú hiciste esa pregunta en la reunión. Lo que tú quieres en realidad es llamar la atención, adueñarte de un territorio, quedar bien con el jefe”.
Warner agrega otra manera de actuar de los controladores: preguntar por qué.
“Un niño de 3 años genuinamente quiere saber por qué el cielo es azul. Pero en el trabajo, casi todas las preguntas ‘por qué’ llevan un juicio envuelto en forma de pregunta. Nunca contestes una pregunta por qué”.
Así es como funciona:
Colega controlador: “Vi tus papeles en la fotocopiadora. ¿Por qué estás trabajando en ese proyecto?”.
Posible traducción: “Tú no deberías estar trabajando en ese proyecto”.
Frente a eso, “simplemente relájate. No trates de ponerte a la defensiva o de racionalizar con emociones”, aconseja Warner.
Una buena respuesta pudiera ser: “Ya veo que encontraste mis papeles en la fotocopiadora, y que te interesa mi proyecto. Gracias por eso”, y aléjate como si nada.
Otra opción en ese caso es involucrar a la persona: “Juan, creo que puede haber una parte para ti en este proyecto”.
Sin embargo, ten cuidado con esa opción. Involucrar a una persona controladora puede generar un tono más agresivo. El controlador puede decir: “Te hice una pregunta. ¿Por qué estás trabajando en ese proyecto?”.
Warner propone entonces una respuesta más directa: “¿Juan, qué es lo que realmente quieres?
Estrategia 2: Basta, significa basta
Algunas veces el comportamiento controlador en la oficina es reforzado con menosprecio o rabia.
En ciertas ocasiones el controlador genera esas situaciones en privado, de manera que no queden “evidencias” de su actitud dañina.
En el caso de Negro, por ejemplo, ella decía que su jefe podía explotar pero siempre a puertas cerradas. En público, solo aplicaba la ley del silencio.
A pesar de lo difícil que pueda parecer, los expertos aconsejan dar la cara y hablar.
“Algunas veces la gente no quiere hablar para no poner en riesgo su trabajo. Mi experiencia indica que una vez que la persona habla, encuentra que hay 10 personas más que están sufriendo la misma situación”, comenta Stephenson.
Hablar de la situación puede significar tomar una decisión firme y directa con la persona controladora, incluso si ese no es tu estilo.
No te dejes acorralar. “Si usted no defiende su territorio con firmeza, la persona controladora le pasará por encima”, advierte Warner.
Estrategia 3: minimiza el comportamiento del otro
Puedes minimizar el comportamiento controlador de otra persona si rechazas involucrarte en sus términos o reduces la interacción con ella.
Eso es importante porque si tu permaneces en un ambiente como ese por mucho tiempo, “comienzas a sentir consecuencias patológicas: te enfermas o empiezas a impactar negativamente a otras personas cercanas en tu vida”, alerta Warner.
Al final, si llevas tiempo trabajando con una persona controladora, la mejor decisión puede ser enfocarte en perdonar a la persona.
“Puedo engancharme con esa actitud y sufrir, o puedo no involucrarme y dejar pasar. Sencillamente aceptar lo que pasó, y respirar profundo. Pensar en el futuro y no quedarme atascado en el pasado”, concluye Warner.
Diario El Comercio (10/12/2014)
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