Los líderes introvertidos son capaces de gestionar a sus empleados, al igual que sus pares extrovertidos. Pero surgen situaciones excepcionales.
En materia de liderazgo, cada tipo de personalidad puede alterar el escenario laboral. Mientras los gerentes introvertidos suelen predicar con el ejemplo, centrarse en los objetivos que pretenden alcanzar y escuchar con más detenimiento a sus colaboradores; los extrovertidos pueden motivar a la gente con su entusiasmo y comportamiento comunicativo.
Hay situaciones en las que, sin embargo, un gerente introvertido puede tener dificultades para liderar a sus empleados y tiene que, por lo tanto, ajustar su conducta a las circunstancias.
Confrontando a un empleado difícil
La confrontación no es, precisamente, el punto fuerte de una persona introvertida. Ante pequeñas o medianas dificultades, muchos de estos líderes optan por evadir aquellas cosas que, según su punto de vista, no han alcanzado un nivel de gravedad. Lo cierto es que, aunque les pueda resultar incómodo, es clave que estos gerentes aprendan a confrontar ciertas situaciones de manera temprana y decisiva. Es mejor hacerle frente a algo de inmediato.
Motivando con entusiasmo
Los introvertidos pueden motivar a sus trabajadores a la acción pero, en la mayoría de los casos, no lo harán exaltando palabras de ánimo o liderando con gran entusiasmo reuniones sociales. Hay situaciones, no obstante, en la que el líder necesita reorientar los objetivos del equipo contando, por ejemplo, una historia divertida.
Haciendo una presentación
Muchos introvertidos son expertos a la hora de efectuar una comunicación escrita pero ocurre lo contrario cuando se trata de ofrecer conferencias atractivas frente a unos pocos cientos de personas. Quizá cuando sea inminentemente necesario el gerente debería hacer un esfuerzo por encabezar una presentación de manera exitosa, pero puede tomarse incluso la libertad de dejar que algún representante suyo –con reconocimiento en materia de oratoria, si se quiere- ejecute una presentación.
Aceptando el fracaso
Hay una razón por la que la palabra introvertido es similar al término introspección. Los introvertidos son más analíticos con respecto a un posible fracaso. Ellos constantemente están tratando de averiguar si algo está funcionando o no. Por el contrario, los extrovertidos aceptan el fracaso con rapidez y toman una decisión crucial casi de inmediato para intentar remediarlo. En el liderazgo, a menudo, es buena idea aceptar el fracaso de un proyecto, aprender de los errores e intentarlo todo de nuevo con una nueva visión.
Diario Gestión (05/05/2014)
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