Los jefes recurren a los colaboradores competentes cuando ocurren situaciones críticas dentro de la firma, sin embargo, el capital humano debe ser cuidado, el desgaste profesional deriva en la ‘fuga de cerebros’.
Si usted tiene frente al espejo una persona altamente competente en su sector, entonces deberá aprender a gestionar sus cualidades para no caer en un desgaste profesional, el cual puede motivar -finalmente- una renuncia.
Dado a que los jefes suelen recurrir a los empleados comptentes en momentos críticos, éstos últimos son más propensos a “perder la cabeza” producto de la carga laboral que pesa sobre sus hombros.
Abusar de las capacidades de los profesionales cualificados genera cuadros de estrés, y la empresa puede quedarse sin una parte esencial de su capital humano. Por ello, resulta indispensable cuidarlo.
Aunque los líderes de una organización tienen la responsabilidad de delegar correctamente las tareas vinculadas a los proyectos pendientes, son los competentes los que tienen que ser capaces de poner los límites. Está en ellos, principalmente, no caer en un desgaste.
Clases de competentes
Julio Moreno, socio de Korn Ferry, explicó -para el portal Expansión.com- que existen tres tipos de empleados competentes: los vocacionales, los emprendedores y los poteciales.
El primer grupo suele estar integrado por profesionales de salud, como médicos y enfermeros. “La implicación está relacionada más con la función que desempeña el especialista que con la empresa para la que trabaja”, describió.
Los competentes emprendedores son los que más comprometidos están con la organización. Según Moreno, “trabajan como si el negocio fuera suyo, pero necesitan un estímulo (…) tienen ciclos de carrera muy cortos: si no están motivados, se aburren y abandonan la organización”.
Por último, los potenciales “son muy eficaces en situaciones nuevas y quieren que su opinión se tenga en cuenta. Si la empresa no cumple sus objetivos se van”.
Moreno concluyó que, al igual que los otros dos tipos, “los potenciales son profesionales de éxito de los que se puede aprender mucho. Su actitud no debe despertar la envidia sino la admiración. Y la empresa tiene que hacer todo lo posible para no perderlos”.
Diario Gestión (03/07/2013)
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