Quedarse a cargo del equipo de trabajo, cuando el líder se encuentra de vacaciones, representa una oportunidad para demostrar sus capacidades, cualidades y habilidades, incluso las interpersonales.
Cuando el encargado de un equipo de trabajo se marcha de vacaciones durante un tiempo, debe asegurarse de que su reemplazante temporal cuente con las cualidades necesarias para asumir las funciones que deberá contraer durante los siguientes días.
No solo se trata de encargar el puesto en cuestión, sino también de especificarle a la persona cuáles serán sus obligaciones y -sobre todo- cuáles serán los límites que no podrá rebasar. Es indispensable aclarar, en la medida de lo posible, el panorama para evitar eventuales problemas.
El cetro pesa, por tanto, el trabajador que se quede al mando tendrá que tomar decisiones importantes y evitar tentaciones que pueda perjudicar los proyectos asumidos por el equipo en conjunto. En otras palabras, la humildad es clave para alcanzar una mayor cohesión entre todos los colaboradores.
Paralelamente, el encargado deberá contar con capacidad de resolución en torno a ciertos inconvenientes. La credibilidad también es un punto elemental.
“Éstas deberían ser las dos habilidades básicas, puesto que damos por sentado que conoce el negocio y goza de la confianza de la persona a la que sustituye”, señala -al portal Expansion.com- Nekane Rodríguez, directora general de Lee Hecht Harrison.
Aunque el nivel de responsabilidad asumido puede ser alto, la situación puede convertirse en una gran oportunidad para ese trabajador, quien podrá demostrar sus competencias y habilidades, incluso las interpersonales.
La arrogancia y la improvisación siempre deben ser sorteados. En ese sentido, no es recomendable -ni ético- cambiar de actitud, comportamiento o conducta, el empleado debe mantener la humildad y aprender a escuchar -aún más- a sus otros compañeros.}
Diario Gestión (21/06/2013)
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