El emprendimiento es una de las posibilidades más atractiva hoy en día, pues la idea de ser su propio jefe es más interesante que trabajar para alguien más.
Sin embargo, ser dueño de su propia empresa y dirigirla puede desviar su atención y hacerlo pensar que usted es el dueño de absolutamente todo, cuando realmente no es así pues usted no trabaja solo.
Además tiene que lidiar con clientes, proveedores e inversionistas, lo cual genera estrés y muchas veces molestia, de modo que quizá podría comenzar por prestar un poco más atención a su propio comportamiento antes de culpar a los demás agentes involucrados en su negocio.
El portal Inc.com brinda cinco señales que podrían hacerle notar que usted es el principal problema de su negocio:
Tiende a culpar a los demás. Frecuentemente es posible equivocarse en los procesos de selección de personal lo que lleva a elegir empleados que no se adecuan un 100% al perfil; si bien ellos no traen grandes problemas, pueden generar inconvenientes en el ambiente laboral con sus colegas y sus propios jefes, en ese caso el problema es aquella persona a quien usted reclutó.
Sin embargo, si los integrantes de su equipo malinterpretan sus instrucciones constantemente, y además no se trata de un colega si no de varios, talvez sea usted quien no se esté comunicando eficazmente. La solución más al alcance es recurrir a un coach o asistir a algún taller que logre desenvolver su habilidad comunicativa, pues es claro que lo que necesita es ayuda para comunicarse.
Recibe muchos pedidos de renuncia. Una renuncia inesperada quizá afecte a la continuidad del negocio en el tiempo inmediato, pero cuando éstas se repiten constantemente es porque algo anda muy mal en su organización. Hágase preguntas tales como, “¿Hace cuánto que no promueve a sus funcionarios internos?”, “¿Ofrece aumentos o los limita cuando se los piden?”, “¿En lugar de promover a sus trabajadores prefiere contratar personas externas a cambio de una menor remuneración?”, “¿Responde al feedback negativo de sus funcionarios con un castigo en lugar de una corrección?”.
Comience por aceptar críticas constructivas de terceros pues le dan una visión amplia de lo que puede estar sucediendo. Trate de ver a sus funcionarios como piezas valiosas de su equipo y no como simples personas obligadas a trabajar para usted.
Escribe comentarios anónimos maleducados en internet. Aunque no parezca, aquello tiene mucho que ver con el trabajo. Actualmente las redes sociales tienen más influencia de la que uno se imagina y muchas personas comparten perfiles con sus compañeros de trabajo, por esa razón es preciso tener cuidado y no ser un “anónimo malcriado” en internet. Incluso hay profesionales que evitan mantener una cuenta en facebook, instagram, snapchat u otras semejantes.
Intente lo siguiente: trate de encontrar tres a cinco cosas buenas que las personas a su alrededor hacen. Luego, puede incluso hacer comentarios positivos en internet y mejor aún si los direcciona hacia su equipo de trabajo. Verá que su actitud cambiará progresivamente y dejará de percibir como malas las cosas de su equipo que antes lo irritaban.
Tiene frecuentes discusiones con personas que discrepan con usted. Analice lo siguiente: ¿de verdad perdió ese cliente porque no iba con su buena cara o porque su propuesta no fue tan buena como la de la competencia? Es frecuente que se tope con personas que no compartan su punto de vista y que incluso le parezcan antipáticas.
Si es así, quizá tiene tendencia a asignar la culpa de las cosas que ocurren, o de las que no ocurren, a los asuntos que están fuera de su zona de control, pues siempre resulta más fácil, en lugar de canalizar sus energías a hacer lo mejor que pueda para enganchar ese cliente.
Tiene que imponerse a fin de ser escuchado. Si usted de repente se encuentra levantando la voz o usando un vocabulario inapropiado en el ambiente de trabajo, entonces se está imponiendo a los demás de manera equivocada. Ello es señal de un mal liderazgo.
Si esto alguna vez le ocurre, intente reunir a sus funcionarios luego y pida disculpas por los gritos, acepte que es un hábito negativo y que hará lo posible para cambiarlo. Dígales a sus colegas que usted espera que ellos le presten atención cuando esté calmado. La próxima vez que alce la voz de forma inapropiada, deje un billete en la mesa de reunión para sus empleados o invite el desayuno de la próxima reunión.
Ser el jefe y a la vez el dueño del negocio no es cosa fácil, sobre todo cuando es su primera vez en esos lares. Capacítese antes y durante su proceso emprendedor, tenga en cuenta que sus empleados son parte valiosa de la empresa y lo verán a usted como líder.
No los defraude y le tendrán respeto y admiración. De esa forma construirá una empresa con una organización sólida que tenga más probabilidades de llegar al éxito.
Diario Gestión (17/08/2014)
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